Desde hace más de un siglo, la Asociación de la Prensa de Oviedo (APO) defiende la dignidad del periodismo y trabaja para mejorar las condiciones en las que sus profesionales desarrollan su labor y para garantizar a la sociedad el ejercicio de la libertad de prensa, que constituye uno de los rasgos esenciales de un país democrático.
Como entidad profesional abierta a cada periodista de Asturias, la APO se rige desde sus orígenes según los principios de transparencia y participación. Tiene como objetivos básicos la defensa de las libertades de información y de expresión, la preocupación por el bienestar de socios y socias, la defensa de los intereses profesionales de los periodistas, el socorro mutuo ante cualquier necesidad y la vigilancia del respeto a los principios deontológicos en el ejercicio del periodismo.
La naturaleza de los desafíos para los que ha ido buscando respuestas desde el momento de su fundación ha cambiado al compás de las enormes transformaciones experimentadas por la sociedad, la economía y la política en Asturias y en España a lo largo de este periodo de tiempo ya tan extendido. Su misión, sin embargo, sigue siendo necesaria porque, hoy como siempre, la independencia de la prensa se encuentra sometida a las amenazas y las presiones de los poderes políticos y financieros que intentan estrechar los límites de la conversación colectiva y del discurso público. Los acelerados cambios tecnológicos de los últimos años unen a su potencial como catalizadores de la innovación y la creatividad un reverso oscuro por su capacidad de emborronar, cuando se usan en nombre de intereses espurios, los límites de la verdad y la mentira, la ficción y la realidad, la comunicación fiable y la manipulación encubierta.
A las tradicionales barreras al acceso a la información y a los silencios interesados sobre ciertos aspectos de la realidad se suma ahora este mundo en transformación permanente que nos lleva a preguntarnos quién es un periodista en el tercer decenio del siglo XXI, en qué condiciones se genera la información (confundida con un aluvión de contenidos, palabra de significado tan impreciso que abarca cualquier cosa diseminada por medios digitales) y en qué medida la tecnología es hoy una herramienta, un condicionante o la base misma de la existencia del periodismo. Ahora que sabemos que todo puede falsificarse de manera cada vez más sofisticada, rápida y barata, son esenciales las comprobaciones independientes de hechos, datos e imágenes.
En este paisaje que muta a diario ante nuestros ojos, la APO, una de las mayores agrupaciones de periodistas en España, sigue comprometida en construir entre todos y todas el presente y futuro de la profesión. Así, pone en marcha cada año todo tipo de iniciativas para fomentar el empleo y evitar la precariedad laboral; entre ellas, un amplio calendario anual de cursos formativos.
Junto a las actuaciones profesionales, la Asociación tiene también otra faceta como proveedora de numerosos servicios para sus asociados y asociadas, que van desde la asistencia jurídica hasta el fondo de emergencia pasando por diversos convenios con empresas, servicios médicos y oftalmológicos para proporcionar importantes beneficios a quienes pertenecen a la entidad.
Así lo quisieron los fundadores que desde 1907 comenzaron los preparativos para un hecho que cristalizó finalmente en los primeros días del año 1911. El 2 de enero, en los salones del antiguo Hotel París, tuvo lugar una cena en la que nació la Asociación de la Prensa Diaria de Oviedo. Su primer presidente fue Miguel Paredes y Morilla, quien en una larga carrera en el mundo de los periódicos fue recorriendo diversos puestos desde tipógrafo en los talleres hasta director en una redacción. En aquella época se publicaban en la ciudad cuatro diarios importantes: El Carbayón, La Opinión de Asturias, El Correo de Asturias y Las Libertades.
La Asociación estaba integrada por profesionales de aquellas cuatro cabeceras. En su origen, el enfoque no estaba centrado en la calidad de las prácticas periodísticas ni en la deontología. Los exiguos salarios y el desamparo al que la enfermedad o el desempleo podían arrojar a aquellas generaciones de periodistas eran asuntos acuciantes que dieron una forma clara a la primera finalidad contemplada por la APO: la benéfica y asistencial. En sus primeros estatutos se contemplaba también la defensa del prestigio profesional.
De esta manera, con el correr del tiempo, la APO se convirtió para sus asociados en una garantía importante de tranquilidad, ya que aseguraba su subsistencia y la de sus familias si en algún momento no podían trabajar. Pero llevó algunos años llegar hasta ese punto. En sus inicios, los ingresos de la entidad eran muy reducidos y quedaban limitados a la recaudación procedente de la organización de espectáculos.
En la primera directiva convivieron representantes de los distintos periódicos del Oviedo de comienzos del siglo XX. El reparto de los cargos tuvo en cuenta no solo la presencia de periodistas procedentes de los cuatro diarios fundadores, sino también el equilibrio entre los redactores de a pie y las direcciones de los periódicos. La colecta de fondos para hacer frente a los gastos derivados de la asistencia a los profesionales necesitados fue su empeño más importante. La actividad más habitual era la organización de bailes de pago con una gran acogida en la ciudad.
El único requisito para el ingreso en la APO era disponer de un año de experiencia en un periódico local. Pasado un plazo de otros doce meses, los nuevos asociados empezaban a disfrutar plenamente de todos los servicios que ofrecía la entidad. Las prestaciones incluían un servicio médico y farmacéutico que daba cobertura a toda la familia del titular, un seguro para gastos de enterramiento y la cobertura de la mitad del salario durante una baja por enfermedad.
El gran cambio para la Asociación y la apertura de una vía continua y estable de ingresos llegó con la edición de un periódico propio, con periodicidad semanal, que salía los lunes. Fue una transformación radical que permitió a la APO mejorar enormemente su catálogo de prestaciones y crear puestos de trabajo para periodistas de toda Asturias. La Hoja de Lunes de Oviedo empezó a circular en 1949 en virtud de una normativa implantada casi un cuarto de siglo antes, cuando, en 1925, se aprobó el descanso dominical obligatorio en las cabeceras comerciales y, al mismo tiempo, se autorizó a las asociaciones provinciales de la prensa a llenar el vacío que eso creaba los lunes en los quioscos con sus propias publicaciones.
De esa manera, las Hojas del Lunes proliferaron en diversas ciudades españolas desde los años 30. La de Oviedo no estuvo entre las primeras en abrir, pero fue la que más resistió cuando, ya con la democracia restaurada en los años 80, se abolió el descanso dominical en la prensa. La competencia fue liquidando una a una a las hojas, que se habían alimentado de su rapidez para difundir las crónicas de las competiciones deportivas de los fines de semana y, en particular, las de los partidos de fútbol. La Hoja de la capital asturiana siguió saliendo puntualmente a la calle hasta el 1 de junio de 1992 y fue la última de España en cerrar. Seis periodistas diferentes se sucedieron en su dirección a lo largo de 43 años de publicación. Su desaparición dio lugar a otro periodo de enormes cambios en la APO.
Como resultado de ese proceso de recomposición, la APO acometió a mediados de los años 90 una gran reforma de sus estatutos que le permitió conservar su denominación histórica y, al mismo tiempo, pasar a aglutinar a todos los periodistas de Asturias. El nuevo articulado señaló que su ámbito de actuación abarcaría toda la comunidad autónoma. Hasta entonces sólo podían pertenecer a la Asociación los periodistas en ejercicio en Oviedo. Desde ese momento, la APO se convirtió en el órgano de la profesión en cualquiera de los 78 concejos asturianos y asumió la representación de un sector en el que la presencia de las mujeres se encaminaba hacia la mayoría. En aquella época, aún no existía el Colegio Profesional de Periodistas de Asturias, con el que la Asociación ha compartido la última década, pero la fusión de ambas entidades se presenta ahora como el siguiente reto de la profesión y el paso adelante para una entidad centenaria que sigue sin renunciar a su función como representante de los y las periodistas de Asturias y como garante de su independencia y de unas condiciones laborales dignas y ajustadas a los estándares actuales.
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